LA EXCOMUNIÓN: Para imponer a los potentados, reyes y señores, el respeto a sus decisiones, el clero sólo disponía de medios morales, o lo que ha dado en llamarse armas espirituales. La más poderosa de estas era la excomunión.
El excomulgado estaba excluido de la comunidad de los fieles. Se le negaban los sacramentos; los cristianos no debían tener relación de ningún género can él, y era, en fin, considerado como un pestífero. La ceremonia de la excomunión estaba arreglada en vista de impresionar eficazmente la imaginación de los espectadores.
En la iglesia, colgada de negro, y mientras que doblaban las campanas, el obispo rodeado de su clero, con hachas en la mano, leía en alta voz la sentencia ante el pueblo reunido; Después pronunciaba la fórmula del anatema: << Que sea maldito en la ciudad, que sea maldito en los campos; malditos sean su granero, sus cosechas y sus hijos. Y lo mismo que se apagan hoy estas hachas por nuestras manos, que se apague la luz de su vida por una eternidad, a menos que se arrepienta. >> El obispo y los sacerdotes volvían entonces las hachas y las apagaban en el suelo.
Cuando la excomunión no bastaba para determinar el
arrepentimiento del culpable, rey o señor, la iglesia, lanzaba
el entredicho sobre el reino o el señorío. Todas ha
ceremonias del culto se suspendían allí y se cerraban las
iglesias. Por consiguiente, el entredicho alcanzaba, no sólo al
rey o al señor, sino al pueblo entero.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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