BATALLA DE SALAMINA
Los griegos, con objeto de proteger a las familias de los
atenienses refugiadas en Salamina, habían llevado la flota al
estrecho que separa esta isla del continente, y que apenas tiene
2,000 metros de anchura.
En este pequeño espacio podían, a pesar de la desproporción
numérica, hacer frente a la flota persa, que fué a buscarlos
allí. Pero como vieran el incendio de Atenas y aquella multitud
de persas, la mayor parte de los griegos quiso abandonar los
navíos y correr a defender sus hogares. Temístocles, que veía a
Atenas perdida, así como a Grecia, si se desbandaban, y que
tenía confianza en el valor de la flota, recurrió a un
subterfugio para obligarlos a combatir.
Hizo advertir secretamente a Jerjes que los griegos iban a partir y que su interés estaba en cercarlos. Jerjes, inclinado siempre a creer en las traiciones, escuchó el aviso de Temistocles e hizo cercar la flota de los griegos. Éstos combatieron desesperadamente, y alcanzaron la victoria, gracias sobre todo a al excelencia de los trirremes atenienses y a la táctica de Temistocles.
Para
sacar provecho de la movilidad de la flota, hizo atacar la línea
persa acometiendo por las alas, como Milciades había hecho en
Maratón. Los barcos persas no pudiendo evitar las arremetidas
que con el espolón le hacían las naves atenienses, por falta de
espacio, se aproximaron tanto unos a otros que chocaban y
rompían sus remos. Incapaces entonces para gobernarse, fueron
fácilmente destruidos. Sobre 500 navíos reclutados por Jerjes,
200 fueron echados a pique. Por último, aquello fué una matanza
en la que calan los persas a golpes de remos << como atunes
cogidos en la red >>.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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