ARQUÍMEDES EL INVENTOR
DE ARTILUGIOS
Arquímedes, natural de
Siracusa, ciudad situada en la costa oriental de Sicilia. Arquímedes
nació hacia el año 287 a. C, era hijo de un distinguido astrónomo y
probablemente pariente de Herón II, rey de Siracusa.
El sentir general en
los tiempos de Arquímedes era que las personas de bien no debían
ocuparse de artilugios mecánicos, que asuntos como esos sólo
convenían a esclavos y trabajadores manuales. Pero Arquímedes no lo
podía remediar. La maquinaria le interesaba, y a lo largo de su vida
inventó multitud de artilugios de uso bélico y pacífico.
Tampoco es cierto que
cediera del todo a intereses tan «bajos», porque nunca se atrevió a
dejar testimonio escrito de sus artilugios mecánicos; le daba
vergüenza. Sólo tenemos noticia de ellos a través del relato
inexacto y quizá exagerado, de terceros.
A Arquímedes, le
interesaban las matemáticas y también la ingeniería; y en aquel
tiempo tenían muy poco en común estos dos campos, pero solo una
mente tan ágil y aguda como la suya, pudo aplicar todo sus
conocimientos teóricos a la experimentación, y a la fabricación de
elementos y máquinas de uso práctico, como puede ser la defensa de
una ciudad o el movimiento de objetos pesados.
Arquímedes se dio
cuenta de que aplicando la fuerza de un hombre a gran distancia del
punto de apoyo podían levantarse pesos descomunales, y a él se le
atribuye la frase: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo».
Este gran sabio
sobresalía, pues, en dos mundos: uno práctico, el de la ingeniería,
sin las brillantes matemáticas de los griegos, y otro, el de las
matemáticas griegas, que carecían de uso práctico. Sus aptitudes
ofrecían excelente oportunidad para combinar ambos mundos. Pero
¿cómo hacerlo?
Arquímedes fue el
primero en aplicar la matemática griega a la ingeniería. De un solo
golpe había inaugurado la matemática aplicada y fundado la ciencia
de la mecánica, encendiendo así la mecha de una revolución
científica que explotaría dieciocho siglos más tarde. |