LOS FESTINES. LAS FIESTAS: En los banquetes con que celebraban las fiestas — torneos, casamientos, bautizos, etc. — también se servían, a más de las aves de corral, perdices, avutardas, cisnes y pavos reales o pavones. Los guisos se sazonaban de exagerada. Esos festines, harto prolongados, se interrumpían reiteradas veces con diversiones muy variadas, llamadas entremeses; una de ellas consistía en servir enormes pasteles que, al abrirlos, dejaban escapar multitud de pajaritos y en soltar halcones que les daban caza allí mismo.
En aquella época se comía con los dedos, pues el tenedor era tan maravilla en el siglo XV, que el rey de Francia, Carlos V, sólo poseía seis utensilios de este género. En vez de café y de licores, se ofrecía vino refrescado con hielo y aromatizado con canela, clavos, incienso y miel.
Ese era el momento en que aparecían juglares, músicos y acróbatas, que tocaban el arpa, la cornamusa, la chirimía, y, al mismo tiempo, mostraban títeres y animales adiestrados, hacían habilidades sobre, cuerdas, y juegos y truhanerías. Después se presentaban trovadores y troveros que cantaban y recitaban trozos de los cantares de gesto o las hazañas de Carlomagno y del Cid.
LA CABALLERÍA: Hacia el siglo XII la iglesia, interviniendo, trató, de moderar el salvajismo natural de los señores; ella dio a las ceremonias de la entrega de armas que hacían de un joven un caballero, el carácter moral y religioso que les faltaba. El futuro caballero se preparaba con un ayuno de veinticuatro horas, con una noche de oración en la iglesia, la vela de armas, con la confesión y la comunión. En la misa, oía un sermón sobre sus deberes: pureza, honradez, protección del clero y de la justicia, protección a las mujeres, a los ancianos y a los huérfanos.
Las diferentes piezas de su armadura colocadas sobre el altar se bendecían, y antes que se las pulieran, el que había de ser caballero juraba delante de su padrino llenar fielmente los deberes que el sacerdote acababa de enunciarle. El padrino en vez de darle el espaldarazo con la palma de la mano, como lo hacía antes, requería su espada y daba de plano en el hombro de su ahijado diciéndole << En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, te armo caballero. >>
La caballería contribuyó a morigerar las costumbres; desarrolló
el sentimiento del honor y creó, con el respeto y el culto a la
mujer lo que se llamó en tiempos de Felipe Augusto la
cortesía. Empero, esa cortesía no llegó a ser propia sino de
cierta clase de personas escogidas, pues el vulgo de los
caballeros demostraba terrible brutalidad en sus acciones, y el
sentimiento del honor era comprendido frecuentemente de manera
harto singular. Ricardo Corazón de lado, modelo del perfecto
caballero, según el decir de sus contemporáneos estaba en guerra
con Felipe Augusto y, para vengar la derrota y matanza de una
parte de sus tropas, hizo sacar los ojos a quince caballeros
franceses, y los envió a Felipe conducidos por un decimosexto,
al que había dejado tuerto. Felipe se dio prisa en hacer que
padecieran el mismo suplicio quince caballeros ingleses, << a
fin de que, según dice un testigo, nadie le creyera inferior a
Ricardo en fuerza y ánimos. >>
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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