MUERTE DE JUANA DE ARCO: 26 de mayo de 1431, a las nueve de la mañana, la condujeron a la plaza del Mercado, escoltada por un muja de soldados. Cuando le anunciaron que le había llegado la hora de morir y que iba a perecer en la hoguera, aquella niña de diez y nueve años tuvo un instante de desesperación. Se puso « a gritar doloridamente y a mesarse los cabellos. » Pero cuando llego al sitio del suplicio recobró su entereza y su heroísmo.
Proclamó de nuevo, a la faz de los ingleses exasperados, que las voces que oyó y las visiones que tuvo eran de Dios. Pidió una cruz, que fueron a buscar la iglesia inmediata, y rogó que la tuvieran alzada para poder verla. Cuando las llamas empezaron a subir, invocó de nuevo a sus santas y a San Miguel: expiró pronunciando dulcemente el nombre de Jesús. Los ingleses hicieron arrojar sus cenizas al Sena.
FIN DE LA GUERRA: Quedaba todavía mucho por hacer para libertar el reino de Francia. Afortunadamente, Juana de Arco había infundido el entusiasmo reafirmado los corazones y hecho revivir la esperanza. La lucha contra los ingleses se prosiguió desde entonces con una felicidad casi constante. El mismo rey Carlos, mejor rodeado y aconsejado, empezó a sacudir su habitual inercia.
Juana había hecho que se entablaran negociaciones tendentes a reconciliar al duque de Borgoña con Carlos VII. El resultado de éstas fue, en 1435, el tratado de Arras, y la consecuencia, que los ingleses se encontraron considerablemente debilitados. En 1436, Carlos VII pudo entrar por fin en París.
Una tregua de cinco años (1444—1449) sucedía estos acontecimientos, tregua que Carlos aprovechó organizando un ejército permanente y regular. Creó las Compañías de Ordenanza, compuestas de cien lanzas guarnecidas cada una. La lanza comprendía seis hombres: un hombre de armas o gendarme, cubierto de hierro tres arqueros; un archero y un paje que servía de ordenanza al grupo. Todos estaban a caballo; los arqueros formaron una especie de caballería ligera. Carlos VII tuvo también una infantería nacional, a ejemplo de los ingleses, y cañones sobre cureñas móviles que formaban una verdadera artillería de campaña.
Así el que, cuando volvió a empezar la guerra, los franceses fueran vencedores, en todas partes, primero en Formigny (1450), y después en Castillón (1453). Esta última victoria tuvo por consecuencia la conquista de Guyena, que era inglesa hacia trescientos años, por e matrimonio de Leonor de Aquitania con Enrique Plantagenet.
Así se terminó aquel prolongado duelo, sin que ningún tratado ratificara ese resultado. Los ingleses, después de haber llegado a ser casi los dueños de Francia, se vieron precisados a refugiarse en su isla. De todas sus posesiones francesas, les quedaba solamente el puerto de Calé.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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