MONTAÑAS Y LLANURAS: El país está como erizado de montañas, con pendientes ásperas, que es difícil subir, formadas por lo general de rocas calcáreas y frecuentemente desnudas, las cuales, en un cielo muy vivo y un aire límpido, brillan de blancura. Las alturas se entrecruzan, separadas unas veces por valles estrechos y profundos, en los cuales, orillando los ríos, sus árboles ofrecen corredores cerrados de follaje; otras veces, sus contrafuertes están ceñidos por cortas llanuras, verdaderas cuencas de antiguos lagos cuyo suelo, que sombrean los olivares, está presto a ser cultivado.
Tales son la llanura de Tesalia, las de Tebas, Atenas y Argos, y la de Esparta. Las montañas más célebres son el Pindo y el Olimpo, residencia de los dioses; el Osa y el Pelión; el Parnaso y el Helicón, residencia de Apolo y de las musas; el Himeto, famoso por sus abejas, y el Pentélico, reputado por sus mármoles. En el Peloponeso, llamado Auvernia helénica, se alza la alta planicie de Arcadia terminada hacia el sur por la poderosa cadena del Taigeto.
La disposición del relieve ha tenido una importancia capital en la historia de los helenos. Dividido el país en un gran número de cantones aislados, cada uno de éstos resulta el centro de un pequeño estado cuyo apego a la independencia siempre ha sido constante y apasionado. De aquí que hubiera repúblicas de Atenas, de Esparta, de Tebas, etc., pero que no haya habido nunca un estado griego, ni se pudiera realizar jamás la unidad.
GRECIA MARÍTIMA: Otro hecho ha dominado en la historia de los griegos. Mientras que por todas partes las montañas les cerraban el paso, no dejándoles espacio para extenderse, el mar por dondequiera les ofrecía camino. Aquel pequeño país podía decirse que era uno de los mejor del mundo. Entre sus golfos tenia los de Corinto y Egina, que apenas separados por una lengua de tierra de cinco kilómetros, penetran en la península en toda su extensión. En ninguna parte los golfos se meten tanto tierra adentro, ni en ninguna existen cabos mejor configurados. Así, Grecia poseía más de 2,000 kilómetros de costa. No existía cantón o república que no tuviese sus bahías y promontorios bañados por las olas del Mediterráneo.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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