LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO: Solón tuvo la idea de suplir la insuficiencia de los recursos agrícolas favoreciendo el desarrollo de los oficios. Por eso la ciudad, primero pequeña y pobre, llegó a alcanzar una gran prosperidad. Sus habitantes sacaron del Launium, montaña inmediata a Atenas, grandes cantidades de plata, y esa riqueza les permitió crear industria, comercio y marina. La población libre buscó en estas vías nuevas la fortuna que la esterilidad del suelo les negaba.
Los extranjeros llegaron a ser ciudadanos a condición de llevar al Ática una industria que fuese desconocida allí. En todas partes se fundaron fábricas de muebles, de armas, de tejidos y, sobre todo, alfarerías. Atenas llegó a ser desde entonces una población manufacturera, renombrada por el buen gusto y la elegancia de sus productos.
LA TIRANÍA: a constitución de Solón no puso fin a las crisis políticas en Atenas. Los hombres de la cuarta clase encontraban que no se había hecho bastante por ellos. Un ambicioso llamado Pisistrato explotó este descontento aun en vida de Solón, y se declaró defensor de las reivindicaciones populares. Un día se presentó cubierto de sangre en la asamblea; aunque se había herido por su propia mano, pretendió que los enemigos del pueblo habían querido asesinarle. Se le dió el derecho de que le acompañaran guardias armados, con los cuales se apoderé de la ciudadela: entonces se convirtió en verdadero rey.
Su gobierno se llamó tirania, palabra que no significaba que aquel fuera un gobierno cruel, los griegos la empleaban para designar todo poder usurpado y la autoridad real ejercida por un hombre que no era rey de nacimiento. Pisístrato conservó la constitución de Solón, gobernó con dulzura, abrió numerosos caminos, hermoseó a Atenas, creó una biblioteca e hizo reunir por primera vez los diversos peemas que constituyeron la Iliada y la Odisea.
Sus hijos, Hipias e Hiparco, le sucedieron; pero la tiranía resultó opresiva para los atenienses: dos jóvenes llamados Harmonio y Aristogitón aprovecharon una fiesta para matar a Hiparco a puñaladas; no pudieron hacer lo propio con Hipias. Sin embargo, éste se vió mas tarde obligado a salir de Atenas.
Aun cuando los dos asesinos fueron condenados a muerte, los atenienses exaltaron después su memoria y los transformaron en mártires de la libertad; se les levantaron estatuas y se cantó su gloría en las fiestas. Semejante apología de un asesinato prueba hasta qué punto se había desarrollado en el corazón del pueblo ateniense la pasión de la libertad.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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