EL IMPERIO
LA ADMINISTRACIÓN: La autoridad absoluta de los
emperadores y la idea que éstos tenían de sus deberes, los
obligaron a vigilar la justicia y la hacienda según reglas
establecidas por hombres enteramente adictos a sus personas.
Este fue el origen de los códigos y de la administración. El Imperio Romano creó pues los medios que emplean los estados modernos, y este hecho importante en la historia de la humanidad data del reinado de Adriano. Los emperadores precedentes los habían preparado, él fue quien organizó el funcionamiento de los negociados y oficinas, la jerarquía de las funciones y el ascenso regular de los funcionarios (cursus honorum). Al mismo tiempo substituyó el capricho de los pretores por una ley, única para todos, expresión de la voluntad del príncipe, y esa ley fue el Edicto Perpetuo.
En lo sucesivo, las relaciones de los particulares entre si y con el estado estuvieron reglamentadas por textos precisos. Así se creó en el mundo la noción del derecho, — derecho público y derecho privado, —que es la base de las instituciones de los pueblos; y he aquí por qué el Derecho Romano ocupa un gran puesto en los estudios de quienes se dedican a las leyes.
LAS CORPORACIONES OBRERAS: La costumbre de reglamentarlo todo en el imperio se mostró de manera muy curiosa cuando se organizaron las corporaciones de artesanos.
Los emperadores permitieron a las personas del mismo oficio formar asociaciones o colegios, para defender sus intereses, con la expresa condición de que estuvieran autorizados por la ley: « Quienquiera, dice un jurisconsulto, que funde un colegio ilícito, es acreedor a las mismas penas que los que atacan a mano armada los lugares públicos y los templos ». Esos colegios tenían cultos, fiestas, miembros de honor, y figuraban con sus insignias en las ceremonias oficiales.
Se citan en particular los barqueros de Arlés, los
taberneros de Lyón y los panaderos de Roma, asociaciones iguales
a los sindicatos modernos. Esas corporaciones tenían el derecho
de presentarse en justicia por medio de representantes o
síndicos, y a cargo de ellas corrían los gastos de los funerales
de sus miembros y de la edificación de los columbarios. Pero
como el estado atendía al abastecimiento de Roma y del mundo,
vigiló severamente las corporaciones y obligó a sus miembros a
que no cambiaran de oficio. En las manufacturas imperiales que
se fundaron, los obreros, una vez inscritos, eran marcados con
un hierro candente y debían permanecer allí hasta su muerte.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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