LOS MONUMENTOS: Todos los emperadores fueron grandes edificadores, y, generalmente, ordenaban esas obras en vista de la utilidad pública o para halagar las inclinaciones de la multitud.
Tales fueron los teatros, los circos, los templos, las basílicas o palacios de justicia, las termas o establecimientos de baños, los acueductos, los arcos de triunfo y los pórticos.
Roma se pobló de monumentos grandiosos, que a veces tuvieron proporciones colosales, que hermosearon la ciudad y dieron trabajo a los obreros. Augusto añadió un nuevo Foro al antiguo, hizo edificar el teatro de Marcelo y el Panteón, templo destinado a recibir todos los dioses del universo.
Termas de Caracalla
Después del incendio de Roma, Nerón levantó un plano regular para la edificación de los barrios destruidos y se hizo construir un palacio tan lujoso, que lo llamaron la Casa Dorada. En tiempo de Vespasiano, se edificó el Coliseo, el más vasto de los anfiteatros, que tenía 190 metros de largo, 157 de ancho y 50 de altura. El redondel o pista, medía 76 metros de largo y las gradas podían contener poco más o menos 90,000 espectadores.
Tito hizo construir el arco de triunfo que lleva su nombre (imagen) . Trajano hizo allanar el espacio comprendido entre el Capitolio y el Quirinal, y erigió en aquel sitio los monumentos del Foro, entre los cuales figuran su estatua y la célebre columna historiada, alusiva a la victoria que alcanzó sobre los dacios; Adriano hizo construir el mausoleo, hoy castillo de San Ángel; Caracalla las termas. Buen número de monumentos, que subsisten aún, atestiguan el florecimiento e importancia de la arquitectura romana.
Las provincias fueron tan favorecidas como la capital, y en todas partes, hasta en las confines de los desiertos, se encuentran ruinas romanas, tales como la Puerta Negra, de Tréveris; el puente, de Alcántara; el anfiteatro, de Verona; el anfiteatro y los templos, de Pola, en Istria; el palacio de Diocleciano, en Spalato; los circos, de Nimes y de Arlés; el teatro y el arco de triunfo, de Orange; los templos, de Nimes y de Viena; el puente del Gard; las termas de Juliano y la arena de Lutecia, en París; Timgad, Tebesa y el anfiteatro de El—Djem, en el África francesa.
Edificando en esas proporciones, Roma tornaba posesión del
mundo e implantaba su civilización; esos monumentos son un
testimonio duradero de sus beneficios y su grandeza.
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LA HISTORIA Y SUS PROTAGONISTAS: GRECIA, ROMA Y LA EDAD MEDIA |
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