Causas de la caída del Imperio Romano de Occidente
Si bien parte de los historiadores ha señalado a las invasiones bárbaras como motivo principal de la caída del Imperio, el consenso actual se lo adjudica a un conjunto de causas internas que minaron la cohesión política, social y económica del territorio. De esta forma, podemos distinguir razones tanto de origen externo como interno.
En cuanto al frente externo, las primeras señales de la complejización y mayor peligrosidad de la amenaza bárbara se dieron con la derrota del ejército romano en la Batalla de Adrianópolis en el año 378 a manos de los Godos, enfrentamiento en el cual tuvo lugar la muerte del emperador Valente. El avance de los Hunos hacia Europa Oriental empujó a los pueblos bárbaros a invadir los confines del Imperio Romano para no caer bajo el dominio de Atila.
Entre los detonantes de origen interno, pueden mencionarse en primer lugar los inagotables conflictos internos, provocados por la inestabilidad de un territorio con menor cohesión social y cultural, conjuntamente con la falta de displicina de un ejército crecientemente conformado por fuerzas de origen bárbaro y que promovía y deponía emperadores a su antojo.
Por otra parte, la declinación económica y social de la parte occidental del Imperio hacia el siglo III, dada por la merma en la producción agrícola, la crisis en el comercio, la degeneración de una burocracia marcada por la corrupción y las profundas desigualdades sociales, marcaron asimismo una progresiva debilitación de la estructura política y militar del Imperio Occidental.
El abandono de las antiguas costumbres republicanas, que habían impulsado la hegemonía de Roma, y su reemplazo por la tiranía de los emperadores también es citado como un motivo que contribuyó a la fragilidad y menor cohesión del Imperio.
Por último, ciertos historiadores mencionan al Cristianismo como un factor que influyó decisivamente en la debacle. Una pérdida de las virtudes cívicas de la población, menos interesada en la vida terrenal que en esperar las recompensas divinas, la llevó a ceder la protección del Imperio a mercenarios bárbaros que luego se volvieron en su contra.